Se termina el presente año de esfuerzos ímprobos, oscuros, impagables y, lo peor, de tiempo irrecuperable para la labor literaria, de los escritores que se han dedicado a trabajar en la consolidación, cuando no en la creación desde la nada pura, de las herramientas necesarias para que la escritura se dé en unas circunstancias de reconocimiento y respeto de sus derechos profesionales. Respeto por parte de todos los agentes del mundo del libro, editores, distribuidores, libreros, todos ellos organizados fuertemente en defensa legítima de sus intereses, cómo no de las autoridades, e incluso de los lectores. Reconocimiento de los escritores mismos de su condición profesional y de los derechos que le asisten individual y colectivamente, que no pueden olvidarse, menospreciarse o regalarse por la obtención de lo que, siendo la aspiración de cada uno, el actual funcionamiento de la industria y el comercio literario convierten en un favor: la publicación, el anuncio, la difusión de la obra.
El colectivo de autoras y autores de Canarias, juntos con los del resto de España, y también de Europa, tienen ya utensilios suficientes a su disposición, que irán perfeccionándose y ganando efectividad rápidamente con los hombros arrimados de todos, y ya no vale acogerse a la individualidad del proceso creativo, por nuestra parte, ni a la importancia cultural y social de su actividad comercial, por parte de aquellos.
Apoyando la creación de órganos asociativos nacionales donde estemos todos representados, defendiendo el catálogo de reivindicaciones del Encuentro Estatal de Escritores y aportando iniciativas propias, entre otras, la Nueva Asociación Canaria de Escritores estará activa y vigilante ante las demandas de los escritores y escritoras, y su aplicación, durante el próximo año dos mil veinte, un nuevo año con más derechos para todos, que en unas horas comenzará y en el que cumpliremos diez de existencia.
El colectivo de autoras y autores de Canarias, juntos con los del resto de España, y también de Europa, tienen ya utensilios suficientes a su disposición, que irán perfeccionándose y ganando efectividad rápidamente con los hombros arrimados de todos, y ya no vale acogerse a la individualidad del proceso creativo, por nuestra parte, ni a la importancia cultural y social de su actividad comercial, por parte de aquellos.
Apoyando la creación de órganos asociativos nacionales donde estemos todos representados, defendiendo el catálogo de reivindicaciones del Encuentro Estatal de Escritores y aportando iniciativas propias, entre otras, la Nueva Asociación Canaria de Escritores estará activa y vigilante ante las demandas de los escritores y escritoras, y su aplicación, durante el próximo año dos mil veinte, un nuevo año con más derechos para todos, que en unas horas comenzará y en el que cumpliremos diez de existencia.
«Sin autores no hay cultura».
Presidente
IV Encunetro Estatal de Asociaciones de Escritores, en Madrid, el pasado diecisiete de diciembre